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Pregunta: ¿Fue el huracán Sandy, que tocó tierra en Estados Unidos hace poco más de un mes, un gran desastre, o un desastre menor? ¿Y las inundaciones de 2012 en el brasileño Estado de Alagoas contarían como un gran desastre? Evidentemente, es imposible responder a estas preguntas sin tener en cuenta algunos datos significativos. Esto implica una revisión a fondo del impacto económico global de cada desastre y el número total de víctimas mortales. Para ilustrar mi punto de vista, propongo un pequeño ejercicio:

"Sandy" devastó doce estados, mató a más de 110 personas y tuvo un impacto económico estimado en 50.000 millones de dólares estadounidenses (o aproximadamente el 2% del PIB de la región afectada). El huracán fue, sin duda, uno de los eventos naturales más perjudiciales para la Costa Este de Estados Unidos en las últimas décadas.

Las inundaciones en Alagoas, en cambio, acabaron con la vida de 36 personas y afectaron a más de 270.000. En términos de víctimas mortales, las inundaciones del estado brasileño fueron menos perniciosas que la furia del huracán Sandy y, en última instancia, fueron menos destructivas incluso que las inundaciones de 2011 de la Región Serrana de Río de Janeiro. De acuerdo con estas cifras, es fácil llegar a la conclusión de que la inundación de 2012 en Alagoas fue un "desastre menor".

No obstante, un rápido análisis de impacto económico del evento revela que Alagoas perdió cerca de 1.850 millones de reales (equivalentes al 9% del PIB del Estado). Para contextualizar lo que eso implica, hay que recordar que Alagoas ocupa el puesto 25 entre los 26 estados y el Distrito Federal en el PIB per cápita (7.874,21 Reales). Visto desde esta perspectiva, la inundación de 2012 en Alagoas fue, quizá, un desastre mayor que el huracán Sandy.

Por supuesto, hago referencia a estos datos tan sólo como un ejemplo. Sigue siendo fundamental que los especialistas examinen cómo evitar futuras muertes y pérdidas económicas en la Costa Este de Estados Unidos. Dicho esto, estos simples cálculos ilustran que, para entender el verdadero impacto de los fenómenos naturales adversos, debemos prestar especial atención a los individuos, economías, comunidades, ciudades, estados y países afectados por cada desastre.

Aún más importante es considerar qué acciones, programas y políticas públicas podemos desarrollar para reducir los riesgos existentes y alentar a los ciudadanos y a las sociedades a prepararse mejor para eventos naturales adversos.